Bienvenid@ al blog de NuKiz

Bienvenid@s al blog de NuKiz. Un espacio para reflexionar sobre la kizomba en todas sus variantes modernas (kizomba fusión, urban kiz, tarraxo, tarraxinha, douceur) y abrir todos los «melones» necesarios para poder aprender y divertirnos bailando en espacios seguros donde el baile sea una herramienta más para construir entre todas un mundo mejor.

Una vez que entendemos que la kizomba ¡NO ES ZUMBA! Y que hay variantes que se deforman y se encuentran con otros estilos y bailes, podemos incluir el tarraxo en nuestro vocabulario.

¿Qué nos inspira el tarraxo?


¿Podéis imaginar un camaleón oscureciendo su piel al trepar por un árbol? Pues algo así se siente al bailar tarraxo. Cuando las personas se agarran, las extremidades superiores comienzan a hablarse para encajar, y debaten sobre cuál será el color del baile. Pero la cosa no queda ahí, la cabeza, el pecho y la cadera también toman partida, proponiendo una especie de batalla y fiesta simultánea.

Como soy bastante peliculera, os voy a resumir lo que siento cuando bailo o veo bailar tarraxo a alguien: de repente, paso a formar parte de un aquelarre o una tribu que está en mitad de un ritual. Y cuanto más trambótica es la música, más salvaje es la ceremonia.


Con cada pisada, firme y dura sobre el suelo, el peso de las cosas mundanas desaparece. Y los movimientos desvelan personalidades burlonas, alegres, guerreras y alocadas!

¿Como se baila el tarraxo?

Para conseguir esta interacción, colocaremos los pies (50% del peso en cada uno) separados a la altura de los hombros y las rodillas semiflexionadas para facilitar el movimiento, cambios de peso, disociación y equilibrio. Puedes usar pasos simples: hacia delante, atrás, balanceos, laterales… Lo más reseñable a trabajar en esta variante de la kizomba, es la interpretación de la música a través del cuerpo (musicalidad), la disociación, la escucha activa a la pareja en la intencionalidad y las sugerencias, y la sensibilidad, para percibir y entender el contexto. Pese a esto, entendemos el tarraxo como una vía de escape del academicismo y lo abrazamos como una “adisciplina”, libre de dogmas y de leyes estáticas.


Bailado desde-para la diversión, la fusión, como herramienta socializadora, abierta y empoderadora. ¿Te atreves?

(reflexiones esas cosas que nos pasan cuando aprendes a bailar kizomba & urban kiz)


Cuando empezamos a bailar (cualquier disciplina), hay un interruptor en la cabeza que se enciende y te
hace sentir e interpretar la música de otra manera.

Y no me refiero a que de repente parezca que hemos salido del conservatorio. Hablo de ir a hacer la
compra, que suene musiquita de fondo mientras vas con el carrito, y tus pies y cadera empiezan a ir por su
cuenta. Tu cerebro deja de mandar la información del tipo: “mueve el pie derecho, luego el izquierdo, no
tropieces, camina y busca el pasillo de los yogures”, y se asocia en secreto con melodías y sonidos que te
someten al “un, dos, cha cha cha, onda, moonwalk y giro”. Y sin comerlo ni beberlo, el reponedor del
pasillo tres te acaba haciendo un cambre de película!! (bueno, eso todavía no me ha pasado, pero confío en
que algún día suceda).


Antes de todo esto, iba a las discotecas y perreaba hasta el suelo con l@s amig@s (sonara lo que sonase).
Pero ahora, suena una bachata, y aunque no sea mi rollo, mis ojos buscan desesperadamente una persona
que esté haciendo los pasos básicos para engancharl@.


Pero tengo que avisaros de algo previamente; debéis saber que cuando el interruptor se activa,
desmitificas películas como Dirty Dancing. Cuando descubres que esos super bailes no son más que pasos
básicos de diferentes disciplinas, ropa elegante purpurina y tensión sexual.


Podemos hablar también de beneficios como: el fortalecimiento de músculos, huesos, fuerza, equilibrio…
El impacto tan brutal en la salud mental disminuyendo el cortisol (ligado al estrés, depresión y ansiedad),
y liberando hormonas como la dopamina, endorfina, serotonina y otras “-inas”. Mejorando la calidad de
vida, el sueño, la actividad, la autoestima, la salud social y la emocional.


Llegados a este punto, se plantean muchas incógnitas, y entre ellas, señalaré algunas que mi mente realizó
antes de tomar parte:

  • ¿Y si aprendiera a bailar?
  • Si voy sin acompañante, ¿pensarán que no tengo amig@s? / ¿Podré hacer amig@s en el baile?
  • Y luego, ¿dónde voy a bailar?
  • ¿Por qué me dicen que tengo que salir a bailar a un social?, ¿y qué es eso de social?
  • ¿Cómo me voy a enterar donde se baila si sólo conozco discotecas normales?
  • ¿Cómo voy a sacar a bailar a la gente si no se nada? ¿Tengo que pedirlo yo?
  • ¿Por qué van las personas que bailan con zapatos especiales?, ¿necesito unos?
  • ¿Cómo identifico una agresión en el baile?, ¿se está sobrepasando o es que se baila así?

TODAS las preguntas tienen respuesta. Y empiezan a descifrarse cuando nos lanzamos a aprender a bailar. Kizmba o cualquier otro baile.

Una de las cosas que más nos llamó la atención al empezar a bailar kizomba fue la naturalidad con la que en todos los talleres, clases e intensivos a los que acudíamos chico era sinónimo de la persona que llevaba ( «leader»), y chica de persona que se dejaba llevar («follower»). Esto fue algo que al popularizarse ciertas escenas como la de swing allá por 2014 quedó relegado al olvido. Primero en los espacios autogestionados, y poco después, en la totalidad de las escuelas que, afortunadamente, se fueron sumando y adaptando su manera de enseñar a la diversidad de identidades de género, opciones sexuales y, sobre todo, preferencias en la pista de baile.

Para seros sinceras, nunca vimos ninguna relación objetiva entre los genitales y algo tan personal nuestro rol en la pista. Algunas veces nos gusta hacer de leader, interpretando la música y convirtiéndola en pasos, pero también vemos tremendamente placentero el dejarse llevar por otra persona que lo haga por ti, siguiendo sus movimientos corporales y entendiendo sus sugerencias. Por no hablar del gusto que da cambiar el rol durante un mismo baile.

Ejemplo de un social de Kizomba de 2022

Preguntando, la excusa suele ser que hay más «chicas» que «chicos», y que al final, quien paga son las chicas por bailar con chicos. Que si no bailan no vuelven, y que el cliente manda y el mundo es así. Bueno, el mundo es como queremos que sea y cada vez vemos más chicas haciendo de leader, pero también chicos haciendo de follower o personas que no se identifican con estos géneros, y que, poniéndonos estrictos, tendrían la entrada vetada a la mayoría de los grandes eventos (sic).

Queremos pensar que lo que hay detrás de todo esto es simplemente una falta de reflexión sobre la importancia de adaptar la kizomba a los tiempos que corren, como ya se ha hecho con otras muchas escenas de baile locales y como ya sucede con esta misma escena en otros países cercanos.

Y mientras tanto en Berlín..

Por eso no solo llamamos a la reflexión entre los organizadores de eventos, sino también a la concienciación entre todas las personas que bailamos Kizomba / Urban Kiz / Tarraxo / Fusión / etc., por estos lares y PREGUNTEMOS al sacar a bailar por el reparto de los roles. Ya de paso, también por si la otra persona quiere seguir bailando y está cómoda. Hay muchas maneras de decirlo, con la voz y con el cuerpo.

Una de las cosas que más nos llamó la atención al empezar a bailar kizomba fue la naturalidad con la que en todos los talleres, clases e intensivos a los que acudíamos chico era sinónimo de la persona que llevaba ( «leader»), y chica de persona que se dejaba llevar («follower»). Esto fue algo que al popularizarse ciertas escenas como la de swing allá por 2014 quedó relegado al olvido. Primero en los espacios autogestionados, y poco después, en la totalidad de las escuelas que, afortunadamente, se fueron sumando y adaptando su manera de enseñar a la diversidad de identidades de género, opciones sexuales y, sobre todo, preferencias en la pista de baile.

Para seros sinceras, nunca vimos ninguna relación objetiva entre los genitales y algo tan personal nuestro rol en la pista. Algunas veces nos gusta hacer de leader, interpretando la música y convirtiéndola en pasos, pero también vemos tremendamente placentero el dejarse llevar por otra persona que lo haga por ti, siguiendo sus movimientos corporales y entendiendo sus sugerencias. Por no hablar del gusto que da cambiar el rol durante un mismo baile.

Ejemplo de un social de Kizomba de 2022

Preguntando, la excusa suele ser que hay más «chicas» que «chicos», y que al final, quien paga son las chicas por bailar con chicos. Que si no bailan no vuelven, y que el cliente manda y el mundo es así. Bueno, el mundo es como queremos que sea y cada vez vemos más chicas haciendo de leader, pero también chicos haciendo de follower o personas que no se identifican con estos géneros, y que, poniéndonos estrictos, tendrían la entrada vetada a la mayoría de los grandes eventos (sic).

Queremos pensar que lo que hay detrás de todo esto es simplemente una falta de reflexión sobre la importancia de adaptar la kizomba a los tiempos que corren, como ya se ha hecho con otras muchas escenas de baile locales y como ya sucede con esta misma escena en otros países cercanos.

Y mientras tanto en Berlín..

Por eso no solo llamamos a la reflexión entre los organizadores de eventos, sino también a la concienciación entre todas las personas que bailamos Kizomba / Urban Kiz / Tarraxo / Fusión / etc., por estos lares y PREGUNTEMOS al sacar a bailar por el reparto de los roles. Ya de paso, también por si la otra persona quiere seguir bailando y está cómoda. Hay muchas maneras de decirlo, con la voz y con el cuerpo.